martes, 31 de mayo de 2011

tokio blues - haruki murakami

"Un profundo lodazal, viscoso y pesado, donde cada vez que daba un paso se me hundían los pies. Y yo lo cruzaba haciendo un esfuerzo sobrehumano. No veía nada, ni delante ni detrás de mí. Sólo un cenegal de tintes oscuros extendiéndose hasta el infinito./ El tiempo transcurría al ritmo de mis pasos. A mi alrededor, hacía tiempo que todos habían emprendido la marcha, y yo y mi tiempo seguíamos arrastrándonos con torpeza por aquel lodazal. (...) Pero los acontecimientos que tuvieron lugar, todos y cada uno de ellos, no fueron más que pantomimas carentes de entidad y significado. Y yo me limitaba a vivir día tras días sin apenas levantar la cabeza. Lo único que se reflejaba en mis pupilas era aquel lodazal infinito. Levantaba el pie derecho, luego el izquierdo, de nuevo el pie derecho. Ni siquieras sabía con certeza dónde me encontraba. No lograba orientarme. Sólo sabía que tenía que dirigirme a alguna parte y, por ese motivo, movía los pies."

Haruki Murakami, Tokio Blues. Norwegian Wood, Maxi Tusquets, Bs. As., diciembre 2009.

lunes, 30 de mayo de 2011

voces del día

"...porque en la ausencia, no se puede construir nada." - nini dixit

"el obsesivo, cuanto más te quiere, más te destruye... nunca se juega por nada." - adriana dixit

imagen: magritte

jueves, 26 de mayo de 2011

daño - claudia masin




"A fines del siglo pasado, un pueblo, en la Polinesia,
quedó arrasado por la lava desprendida de un volcán
en erupción. Fue borrado de los mapas desde entonces,
como si hubiera sido una ilusión óptica, un espejismo
construido por los viajeros durante la travesía
para soportar la soledad, y después devolverlo
a su origen de sueño. Un solo sobreviviente, dijeron
las noticias. De todo el pueblo, los hombres,
las mujeres, las familias, no quedó más
que un joven trabajador de las minas de carbón,
encerrado en una cueva pequeña como una celda,
en el corazón tembloroso de la tierra. Se tardan años
-decías- en diseñar la particularidad
de nuestra herida. Una ciudad crece durante días y días
en un lugar, crea sus mitos, sus pasiones,
arduamente consigue lo imposible: mantenerse igual
a sí misma. Un cambio inesperado
en la dirección de los vientos,
un movimiento comenzado hace décadas
dentro del vientre del volcán, la convierten
en un valle desierto por donde cruzan los pájaros
en su vuelo hacia el este. Años más tarde,
alguien construirá sobre las ruinas los cimientos
de otras cosas, un pueblo entero cuya cartografía
seguirá el dibujo escondido del río de lava
subterráneo. Tenías razón: no hay olvido.
La memoria del daño, como la memoria del placer,
nunca termina. Si dos sobrevivientes
volvieran a encontrarse en la calle, por azar,
evacuado hace ya mucho tiempo el escenario
del desastre, se reconocerían al instante.
Como ese minero solitario en su refugio, yo
te espero. En silencio, pero muriendo de deseos
de decir: estoy aquí."

Claudia Masin, La vista, Visor, España, 2002.
imagen: paula aramburu

sábado, 14 de mayo de 2011

pañuelos (sueños)



sobre la mesa de madera, pañuelos de seda fina
y algodones rústicos, bordados, a rayas,
con lunares; algunos de colores muy brillantes
y otros más opacos: pañuelos azules, verdes, ocres,
anaranjados, colores que se funden en las telas
hasta perderse uno en el otro

pero es así cómo todo comienza: un hilo
se abraza a otro hilo, se enlazan, se anudan
y se hacen uno en el vacío, espacio intangible
que hará de ambos uno solo, un punto que se unirá
a otro hilo para dar forma a un nuevo punto,
uno enlazado a otro y a otro y a otro

es así cómo comienza todo: como se teje
la trama de una tela que adquiere consistencia
cuando un hilo extiende una de sus puntas
para abrazarse cálido al extremo opuesto de su par
y permanecer así de unidos, así de inmutables

paula aramburu, mayo 2011

apuntes/ luces que a lo lejos - alberto szpunberg

Apuntes

"Es así, como la lluvia en la tarde,
nunca termino de llegar al fondo de tus ojos.
Demasiado dolor para hablar sueltamente del futuro,
cuando el húmedo brillo de la corteza huele a un bosque
crecido de golpe en el corazón del invierno, esta tarde, esos muertos.

Pero a qué abrazarme sino a tí, contra qué ventana
ver los hilos de la lluvia sino en tus ojos,
desde qué espera, bajo qué silencio.

A qué huele la tibieza de tu abrigo de lana
si no a esta lluvia, si no a tí misma,
tejida y desflecándose en el aire de la tarde?

En la hornalla ronronea el agua.
Encendamos un cigarrillo en su fuego y fumemos tranquilos:
existes, vivimos, y creo que te amo."

Alberto Szpunberg, Apuntes/ Luces que a lo lejos, Ediciones Colihue, Bs. As., 2008
imagen: paula aramburu

jueves, 12 de mayo de 2011

crónica inmediata de las percepciones

1) Quisiera abrir la puerta y encontrarte allí, de pie, esperándome con la única intención de abrazarme.

2) Cuidar lo que como durante cinco días y ver con frustración que no he perdido ni un solo gramo de mi existencia.

3) Cambio el color de tintura por uno menos colorado, me corto un poco el cabello, más desmechado, menos prolijo, como si esta fuera la única manera de anular las ideas, alivianar la cabeza.

4) La botella de agua mineral transpira. Las gotas humedecen la servilleta, la bandeja, podrían llegar a las sábanas, la almohada, luego el piso. Una inundación comienza con una sola gota.

5) El deseo de dormir para soñar. Soñar para escribir.

6) Unas manchas de remolacha en los nudillos de la mano que rápidamente confundo con sangre.

7) Un cuerpo delgado, tan extremadamente delgado que podría quebrarse en el próximo paso.

8) Una sombra se mueve con rapidez en el pasillo, no es la proyección de la luz del sol, no es mi gata deambulando en silencio por los rincones, ni mi reflejo en el espejo. Tampoco nadie más que viva aquí. Nadie más vive aquí..?

9) Ingreso al hall del sanatorio. Otra vez ese impacto en mi nariz, ese olor a muerte tan limpia, tan desinfectada.

10) Una carta que sigo escribiendo: borro palabras, tacho frases de principio a fin, cambio la puntuación, incorporo un tono más tierno, menos patético. Pero no. Aún no.

paula aramburu, mayo 2011.

martes, 10 de mayo de 2011

al sur de la frontera, al oeste del sol II - haruki murakami

"No volví en mí hasta unas cuantas horas después. Yo era una cáscara vacía y, a través de mi cuerpo, reverberaba una resonancia hueca. Era consciente de que me había quedado vacío. Todo, absolutamente todo lo que mi cuerpo debía de haber contenido hasta entonces había salido de mi interior. (...) El paisaje donde posaba los ojos fue recobrando algo de color y la sensación incierta de estar andando por la superficie de la luna fue perdiendo fuerza. La gravedad se alteró de una manera extraña y sentí de una manera imprecisa, como si contemplara a través de un cristal algo que le ocurriera a otra persona, cómo iban desprendiéndose de mi cuerpo, una tras otra, todas aquellas cosas que se habían adherido a él./ Al mismo tiempo, algo que había en mi interior se borró y extinguió para siempre. En silencio, de una manera definitiva."

Haruki Murakami, op. cit.

domingo, 1 de mayo de 2011

al sur de la frontera, al oeste del sol - haruki murakami

"Los fantasmas estaba siempre presentes, aferrándome con fuerza. Cuando llovía, todo era aún peor. Con la lluvia, me asaltaba la ilusión de que, de un momento a otro, iba a aparecer (...). Todas mis palabras perdían fuerza y se iban derramando poco a poco fuera del mundo real como las gotas de lluvia que se deslizaban por los cristales de la ventana. Esas noches sentía que me ahogaba. Las noches de lluvia deformaban la realidad, distorsionaban el tiempo./ Cuando me cansaba de ver fantasmas, me plantaba ante la ventana y me quedaba mirando hacia fuera. A veces me sentía abandonado en una tierra seca y muerta. Como si la cadena de visiones hubiera succionado todo el colorido del mundo que me envolvía sin dejar una pincelada. Todo cuanto se reflejaba en mis ojos era monótono, vacío, provisional; y todo de color arena. Me acordé de aquel compañero de instituto que me había traído noticias de Izumi. Me había dicho: 'Hay muchas maneras de vivir. Hay muchas maneras de morir. Pero eso no tiene ninguna importancia. Al final sólo queda el desierto'."

Haruki Murakami, Al sur de la frontera, al oeste del sol, Ed. Tusquets, Bs. As., febrero 2011.

imagen: paula aramburu