viernes, 18 de mayo de 2012

los enamorados II - alfred hayes


leer las novelas de alfred hayes es como mirar un cuadro de edward hopper; es sumergirse, hipnotizados, en un mundo íntimo y silencioso como esas cuevas oscuras que se forman bajo la superficie de la tierra: por un lado, el temor a entrar en ellas, por el otro, el deseo irresistible de hacerlo; es entrar en un mundo profundo y también doloroso, hecho de soledad y desencuentros. es la intimidad misma.

"Más allá había agua, sólo agua, oscura bajo un cielo oscuro, un cielo sin ninguna estrella, bajo el que la niebla cruzaba la arena. Ella se quedó sentada frente a la ventana; contemplaba la oscuridad como si al mirarla y quedarse callada un rato pudiera apropiarse de aquella ingravidez y aquel silencio húmedo, triste pero no desagradable, y apropiárselo hasta compenetrarse con él, con su lejanía, con su constante mutismo. Apagué las lámparas que el botones había encendido, para que la oscuridad de la habitación saliera al encuentro de la oscuridad del mar, y la dejé junto a la ventana mientras iba al baño a ordenar mi afeitadora, mi cepillo de dientes, y a comprobar si el agua de la ducha salía caliente. Me duché y, cuando salí del baño, ella seguía sentada junto a la ventana, con la vista en el punto donde el agua y el cielo y la oscuridad se fundían. Fui hasta la ventana y la besé."

Alfred Hayes, op. cit.
Imagen: edward hopper

1 comentario: