"Muchos colores vivos; muchos sonidos claros; algunos seres humanos, caricaturas; cómics; varios violentos momentos de ser, en los que siempre hay un círculo que rodeaba la escena en la que irrumpían; y todo rodeado de un vasto espacio. Esta es, a grandes rasgos, la descripción visual de la infancia. Esta es la forma que le doy; y me veo, siendo niña, vagando de un lado para otro, en un espacio de tiempo que duró desde 1882 hasta 1895. Podría compararlo con una gran sala; con ventanas por las que penetraban extrañas luces; y murmullos y espacios de profundo silencio. Pero, de algún modo, es necesario incorporar también a este cuadro la sensación de movimiento y cambio. Nada seguía estable durante mucho tiempo. Hay que captar la sensación de todo acercándose y después desapareciendo, haciéndose grande y haciéndose pequeño, pasando a diferentes velocidades ante el pequeño ser; hay que captar la sensación que impulsaba a la niña hacia delante, la pequeña criatura impulsada por el crecimiento de sus piernas y de sus brazos, sin que ella pudiera detenerlo, o alterarlo, impulsada como una planta es impulsada a salir de la tierra, a crecer mientras crecen sus tallos, y crecen sus hojas, y se hinchan sus brotes. Eso es lo indescriptible, eso es lo que hace que todas las imágenes sean demasiado estáticas, porque tan pronto se dice esto era así, ya había pasado y había quedado alterado. Cuán inmensa ha de ser la fuerza de la vida que transforma a una niña que apenas puede distinguir una gran mancha azul y morada sobre un fondo negro en aquel otro ser, trece años después, capaz de sentir lo que yo sentí el día 5 de mayo de 1895 -hace cuarenta y cuatro años, casi excatos- día en que mi madre murió."
Virginia Woolf, Momentos de vida, Lumen, Barcelona, octubre, 2008.
Virginia Woolf, Momentos de vida, Lumen, Barcelona, octubre, 2008.
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