martes, 24 de noviembre de 2015

materialismo dialéctico - patricio torne


"Entre el ocaso y el crepúsculo hay cierto brillo en la casa del mundo. La lluvia es el enigma indescifrable. Las palabras no bastan, ya se sabe. 

Si mi mano pudiese recorrer la certidumbre de tu cuerpo, desearía que el camino se extendiera en lo más hondo de la noche. La humedad toda para nosotros. Únicos victoriosos abrazados en medio de la lluvia. Sin embargo, he aquí mis brazos vacíos. Mi observación del resplandor brotando de los árboles. La indiferencia de la gente. La memoria anclada en una ciudad sur donde nos reímos empapados. La dicha que nos fue negada y el comentario aquel que hablaba sobre la felicidad de caminar con el perro en los días así."

***

"La belleza. Puedo contemplar la belleza de este lugar. La belleza de lo primitivo. La de un rostro descuidado en su belleza. 

El relato de una caballo del que nunca seremos verdugos. La belleza de un plomo en la carne bella. La del frío en la mañana.

La belleza del cuerpo y la pasión. 

Lo apacible de la tarde mientras llega la noche en la soledad del campo. La belleza perdida de un tango mal habido. Heme aquí robando el privilegio de observar la belleza. Heme aquí cuando dice no me adules, y se hace grande. Tanto que se vuelve distante y me prohíbe abrazarla."

Patricio Torne, Materialismo dialéctico, deacá, 2013. 
Fotografía: Paula Aramburu


2 comentarios:

  1. He descubierto que entre el ocaso y el crepúsculo hay una distancia tan débil que no existe; perdura una mirada casi ciega sobre lo que se fue dejando atrás como una breve caricia sobre los hombros o, tal vez, como el recuerdo de un pálido beso de despedida en el final de un encuentro imposible.
    La luz brillosa del crepúsculo quemando las cenizas del día es el candil de un tiempo que gira sin detenerse, que sube y baja los peldaños del cuerpo que imaginan mis manos y que también desaparece evaporándose entre mis dedos al paso imponente de la luna mientras se eleva sobre el tajo del río.
    Tarde o temprano, en un extraño abrazo, el río se fundirá con el mar, la costa de la ciudad con las islas y sus ojos, sus labios, con el atardecer de los míos: y es que no hay ninguna felicidad en la palabra muerte ni en las caídas del sol; apenas un respirar profundo el aroma de los azahares y olvidar la idea de romper su foto, la de arrojar por la ventana los pedacitos al viento y en el acto perderla para siempre.

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  2. cómo extrañaba estos intercambios poéticos, mi querido lupus. bienvenido una vez más, y continuará... en mi caso, menos facebook, más blog, poesía y fotografía. abrazo.

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