"Son dos abigarradas y bulliciosas corrientes que se mezclan y de vez en cuando se agitan formando grandes remolinos, parecidos a los que durante la estación de las lluvias agitan el río de los Dolores, cuyas aguas pasan no muy lejos de la aldea.
El río recibe ese nombre porque, según la leyenda, una mujer perdió en él a sus siete hijos el mismo día, cuando intentaba bañarlos. Desde entonces, si se escucha con atención cerca de la orilla, algunas noches puede oírse el llanto de la madre saliendo del río, al que acabó arrojándose, desesperada por la muerte de sus pequeños.
Pero sólo es una leyenda que se murmura por la noche junto al fuego para asustar a los niños e impedir que se ahoguen, porque es un río realmente hermoso, abundante en peces y de aguas límpidas en las que apetece bañarse. En su corriente se cogen gambas de agua dulce y pequeños cangrejos que luego se asan a la brasa. Los hombres hacen beber en él a los búfalos. Las mujeres lavan la ropa en sus aguas, y también sus largas cabelleras, que flotan como algas de seda negra. El bambú crece en sus orillas, a la espera de ser cortado y puesto a secar. El río tiene el color de los árboles que se reflejan en él y hunden las raíces bajo su lecho absorbiendo su frescura. Pájaros verdes y amarillos vuelan al ras del agua como flechas de luz inaprensibles, casi soñadas.
El Sr. Linh abre los ojos. Algún día tiene que contarle a Sang Diu todo eso, hablarle del río, de la aldea, del bosque, de la fuerza de su padre y la sonrisa de su madre."
Philippe Claudel, Op. Cit.