sábado, 1 de octubre de 2011

la poesía según ana lafferranderie, joaquín valenzuela y javier cófreces

Una escena de infancia - Ana Lafferranderie

"Tendría unos nueve o diez años y estaba mirando por la ventana de mi habitación, un tercer piso. Tuve una sensación de perplejidad: cierta distancia emocionada en relación a eso que veía. Como si lo estuviera viendo con otros ojos desde otra dimensión. Gente pasando por la calle, caminando lento como ocurre en los barrios. Algún perro, un auto con su sonido. El sol sobre las copas de los árboles. La vida transcurriendo frente a mí. Y ese transcurrir de lo vital se manifestó por primera vez como un hecho poético. Lo que veía se integraba a un todo, una única cosa que repercutía en mí con una intensidad desconocida. Algo parecido había sentido al escuchar algunas canciones, una emoción que atravesaba el cuerpo y lo dejaba quieto y asombrado en su propio sentir. Pero esta vez me generó una urgencia por ponerlo en palabras. Fui a un cuaderno azul con botes de colores en las tapas y ahí escribí algo sobre la belleza de estar viva. Fue el primer texto de mi cuaderno de infancia donde quedó el primer atisbo de esta forma única, de esta luz sin tiempo que nos pega en la cara cuando hay poesía."

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Tocar, ver la poesía - Joaquín Valenzuela

"Mi primer contacto con la poesía lo tuve a los siete u ocho años. Digo contacto hablando de tocar, ver la poesía escrita a mano, con tinta negra aguachenta, en cuadernos amarillos, o impresa, casi grabada en revistas lejanas ya para aquellos tiempos: eran las poesías de mi bisabuela, Betina, que había sido poetisa, como se decía de entrecasa. (...)
Mi abuela y mi tía abuela tenía reunidos en un volumen hecho a mano recortes con los poemas de su madre aparecidos en los diarios del pueblo y alrededores. Todo esto va a ser tuyo, me decían, cuando nosotras no estemos. Todavía me sé un poema que recitaba de memoria en cuanta reunión familiar había.
Con el tiempo todo ese material quedó en mis manos.
Claro que en esa época yo no pensaba mucho en la poesía, yo quería ser payaso, director de circo, contador de historias ambulante, fabricante de títeres (cosa que conseguí) y entonces, ahora, creo que a veces todos esos oficios se juntan, se condensan y, también, a veces, me hacen escribir poesía."

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Inventar mundos y recrearlos - Javier Cófreces

"(...) En aquel tiempo tenía muy buena memoria y los curas se aprovecharon de ella. Me tomaron como un prodigio y me hacían memorizar poemas de treinta o cuarenta estrofas que me aprendía en pocos días. En su mayoría eran gauchescos, pero también recitaba a poetas católicos que hablaban de Dios y de la Virgen. Un chico me acompañaba con la guitarra, otro con un tonete y otro con un bombo, y nos llevaban de escuela en escuela para hacer nuestro número en vivo. Terminé el colegio detestando todo aquello que se escribía finito y alargado. Los curas me agotaron la memoria y no volví a recuperarla...
Volviendo al comienzo de la historia, cuando leí el libro Los exorcismos sentí que se me abría la cabeza y comprendí que "poesía" era también otra cosa. Que no era solamente insoportables exclamaciones rimadas. Descubrí que los poemas podían inventar mundos y recrearlos. Que podían sorprendernos y enriquecernos desde la palabra y las imágenes que evocan. En fin, que podía iluminarnos la vida. (...)".

Revista II Festival de Poesía en la Escuela, op. cit.

2 comentarios:

  1. Qué hermoso estar acá, con esa vivencia tan íntima y tan primaria. Besos, amiga!. Te quiero muchísimo!

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  2. el placer de tenerlos aquí es absolutamente mío! compartir esta vivencia única con uds., como lo es la poesía, cambia el modo de ver, de sentir la vida. te quiero!!

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