Té con canela
a mi madre (i.m.)
a veces me parece escuchar su voz
recorriendo la casa, su voz siempre amable
pidiendo que le prepare un tecito
con canela y dos sobrecitos y medio
de azúcar, preguntando ansiosa
por la edición de mi primer libro
sugiriendo la distribución de títulos
y subtítulos, la combinación de colores
para la tapa, toda su atención
puesta en cada detalle, el mejor
diseño que veían sus ojos
a veces creo escuchar su voz
dando vueltas por la casa, recordándome
que en estos tiempos de sequía debería regar
con mayor frecuencia las plantas, lo conveniente
que sería comprarme una heladera con freezer
y cambiarme el color del cabello por un tono más claro,
y su voz calma, diciéndome: tranquila,
vas a estar bien.
paula aramburu, Desplazamientos, editorial ciudad gótica, rosario, septiembre 2010
sí, coincido, vas a estar bien. te quiero mucho
ResponderEliminargracias, mi querida marta, yo también te quiero mucho.
ResponderEliminares muy fuerte paula, muy fuerte
ResponderEliminarcomo la sabiduría
como la certeza
como la exactitud de la premonición
qué manera tibia de decir la catástrofe. Hermoso poema.
ResponderEliminarPrecioso, y no sólo es ahora de Paula, nos apropiamos del poema cada uno de los que vivimos esa situación de ausencia, ese dolor en pleno aprendizaje por hacerse más liviano, menos dolor.
ResponderEliminarLily Chavez