"El desierto es un modo de ser (...) De día el aire destella. Y están los espejismos. Se ve de tanto querer ver, un oasis de tierra húmeda y fértil, palmeras y agua, sombra, al fin sombra para los ojos que al sol enloquecido se vuelven verde esmeralda" - clarice lispector
7. "Por nuestra manera de caer uno en el otro la lluvia en la ventana nos pide que le abramos un resquicio aunque sea, esa grieta por donde la hiedra se asoma a la intemperie: no son pasos los pasos que por fin se alejan sino el roce de las ramas contra el muro, nuestro propio jadeo hasta el límite del llanto."
13. "Ella vive en una casa techada por el cielo y las gaviotas y las nubes recorren sus sueños: donde se asoma, se abre una ventana, donde camina, una puerta da al mar, sin más llaves que sus manos tendidas al llamado ligerísimo del aire."
21. "Echemos el ancla y ajustemos las amarras: nunca nada es para siempre, pero huele a vino el aire de la tarde y qué mesa no nos hará sentir que estamos, por fin, en casa.
Mañana, por favor, no me despierten."
Alberto Szpunberg, Notas al pie de nada ni de nadie, bajo la luna, bs. as., 2007.
"Porque no va a ser posible, a menos que pueda amarte, amar a quien sea. Porque es un nudo escurridizo el amor, que se desliza de mis manos a las tuyas, y no hay culpa ni condena en esa fuerza desmedida que me arranca el deseo de vivir, es el mismo poder que de repente hace que la tierra se convulsione o estalle una caldera, pura presión de los elementos, sin intervención de voluntad alguna. Es el amor el estallido que me resta, pero es uno que no trae violencia. Pensemos en el rocío cuando cae, desmembrada el agua en mil haces pequeños, pensemos en la curva de la luz descomponiéndose en colores en el cielo, en las estrellas fugaces y su rápida aparición y desaparición, en las cosas que intensa y suavemente se abren y despliegan su potencia. Así el amor que está encerrado y se resiste a morir sin abrazarse a la materia, sin tocarte una vez para dejarme libre, roto el hechizo como se ha roto y recompuesto ya mil veces mi confianza en un contacto entre dos cuerpos donde el calor se expanda sin quemar e irradie su resplandor sobre la vida, como una hoguera modesta, hecha con pocos leños, pero duradera."
Claudia Masin, La plenitud, hilos editora, agosto 2010.