7.
"Por nuestra manera de caer uno en el otro
la lluvia en la ventana nos pide que le abramos
un resquicio aunque sea, esa grieta
por donde la hiedra se asoma a la intemperie:
no son pasos los pasos que por fin se alejan
sino el roce de las ramas contra el muro,
nuestro propio jadeo hasta el límite del llanto."
13.
"Ella vive en una casa techada por el cielo
y las gaviotas y las nubes recorren sus sueños:
donde se asoma, se abre una ventana,
donde camina, una puerta da al mar,
sin más llaves que sus manos tendidas
al llamado ligerísimo del aire."
21.
"Echemos el ancla y ajustemos las amarras:
nunca nada es para siempre,
pero huele a vino el aire de la tarde y qué mesa
no nos hará sentir que estamos, por fin, en casa.
Mañana, por favor, no me despierten."
Alberto Szpunberg, Notas al pie de nada ni de nadie, bajo la luna, bs. as., 2007.
"El desierto es un modo de ser (...) De día el aire destella. Y están los espejismos. Se ve de tanto querer ver, un oasis de tierra húmeda y fértil, palmeras y agua, sombra, al fin sombra para los ojos que al sol enloquecido se vuelven verde esmeralda" - clarice lispector
lunes, 20 de junio de 2011
los niños de japón - alejandra correa
Keiko/ Marika
I
"Es tan difícil
a veces
despertar
siendo niña"
IV
"Soy como tantas
mujecitas de este mundo
un vigoroso duraznero
de jardín
enorme y bellos frutos
penden de mis brazos
y mis raíces
muriéndose"
Kimitake
VIII
"Larga espera
de los días
y los ojos
en la luz que cambia
y después
años después
darme cuenta de que salí
pero me llevé conmigo"
La lejana
I
"Hay un libro
en la orfandad
en él escribo mis días"
IV
"Este ojo mío
es una ranura
por la que espío
cómo duermen los niños
en esos lechos duros
como el hueco
de una tumba"
"Los niños de japón
como doradas hojas
y siervos que agonizan
una incumplida promesa
de primavera"
Alejandra Correa, Los niños de Japón, Ediciones Recovecos, Córdoba, noviembre 2010
imagen: el pibe efervescente
I
"Es tan difícil
a veces
despertar
siendo niña"
IV
"Soy como tantas
mujecitas de este mundo
un vigoroso duraznero
de jardín
enorme y bellos frutos
penden de mis brazos
y mis raíces
muriéndose"
Kimitake
VIII
"Larga espera
de los días
y los ojos
en la luz que cambia
y después
años después
darme cuenta de que salí
pero me llevé conmigo"
La lejana
I
"Hay un libro
en la orfandad
en él escribo mis días"
IV
"Este ojo mío
es una ranura
por la que espío
cómo duermen los niños
en esos lechos duros
como el hueco
de una tumba"
"Los niños de japón
como doradas hojas
y siervos que agonizan
una incumplida promesa
de primavera"
Alejandra Correa, Los niños de Japón, Ediciones Recovecos, Córdoba, noviembre 2010
imagen: el pibe efervescente
domingo, 19 de junio de 2011
robert doisneau
jueves, 2 de junio de 2011
el nudo - claudia masin
"Porque no va a ser posible, a menos que pueda amarte, amar
a quien sea. Porque es un nudo escurridizo el amor, que se desliza
de mis manos a las tuyas, y no hay culpa ni condena en esa fuerza
desmedida que me arranca el deseo de vivir, es el mismo poder
que de repente hace que la tierra se convulsione
o estalle una caldera, pura presión de los elementos,
sin intervención de voluntad alguna.
Es el amor el estallido que me resta, pero es uno
que no trae violencia. Pensemos en el rocío cuando cae,
desmembrada el agua en mil haces pequeños,
pensemos en la curva de la luz descomponiéndose en colores
en el cielo, en las estrellas fugaces y su rápida aparición
y desaparición, en las cosas que intensa y suavemente
se abren y despliegan su potencia. Así el amor
que está encerrado y se resiste a morir sin abrazarse a la materia,
sin tocarte una vez para dejarme libre, roto el hechizo
como se ha roto y recompuesto ya mil veces
mi confianza en un contacto entre dos cuerpos
donde el calor se expanda sin quemar e irradie
su resplandor sobre la vida, como una hoguera modesta,
hecha con pocos leños, pero duradera."
Claudia Masin, La plenitud, hilos editora, agosto 2010.
a quien sea. Porque es un nudo escurridizo el amor, que se desliza
de mis manos a las tuyas, y no hay culpa ni condena en esa fuerza
desmedida que me arranca el deseo de vivir, es el mismo poder
que de repente hace que la tierra se convulsione
o estalle una caldera, pura presión de los elementos,
sin intervención de voluntad alguna.
Es el amor el estallido que me resta, pero es uno
que no trae violencia. Pensemos en el rocío cuando cae,
desmembrada el agua en mil haces pequeños,
pensemos en la curva de la luz descomponiéndose en colores
en el cielo, en las estrellas fugaces y su rápida aparición
y desaparición, en las cosas que intensa y suavemente
se abren y despliegan su potencia. Así el amor
que está encerrado y se resiste a morir sin abrazarse a la materia,
sin tocarte una vez para dejarme libre, roto el hechizo
como se ha roto y recompuesto ya mil veces
mi confianza en un contacto entre dos cuerpos
donde el calor se expanda sin quemar e irradie
su resplandor sobre la vida, como una hoguera modesta,
hecha con pocos leños, pero duradera."
Claudia Masin, La plenitud, hilos editora, agosto 2010.
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