domingo, 16 de enero de 2011

visita

madrugada: aún no he despertado
pero tampoco estoy dormida, y es así
como la veo: sentada en el costado izquierdo
de mi cama, el peso liviano de su cuerpo
hundiendo el colchón, las sábanas,
mirándome con sus ojos grises como el agua
que deja la lluvia después del verano;
y sus manos, la delicadeza
de sus manos acariciando mi cabello,
apartándolo de mi frente con habitual
dulzura; y la extrañeza de sentir
esa caricia en mi cara, la presión
de su mano como cuando me tomaba la fiebre
por las noches, y ese escalofrío que recorre mi espalda
ante la vibración de su voz repitiendo querida,
como si allí estuviera.

paula aramburu, enero 2011

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