"El desierto es un modo de ser (...) De día el aire destella. Y están los espejismos. Se ve de tanto querer ver, un oasis de tierra húmeda y fértil, palmeras y agua, sombra, al fin sombra para los ojos que al sol enloquecido se vuelven verde esmeralda" - clarice lispector
viernes, 1 de julio de 2016
la despedida - carolina musa
El retraso invariable del colectivo
esta vez roto en Pocitos.
Mi viejo sentado en un banco de la terminal
el perro sarnoso a un lado
varios pibes gatean por el suelo
cerámico, fresco. Al fin
viene, nos abrazamos
rápido porque hace calor
y el chofer está apurado.
Arriba el combo incluye olor a chivo
+ televisión encendida
+ ringtones de celular.
El barrio nuevo es esa fila de puntos
rojos sobre el horizonte
bajo uno de los cuales mi amiga de la infancia
con minuciosidad absoluta
cortará las verduras de la cena.
Un viejo en bicicleta
pedalea exigido
con una escalera bajo el brazo.
Me voy de Orán.
Un carancho se lame las alas
sobre un tronco quemado hueco.
Después la oscuridad
abrupta, a los costados se apaga todo
excepto la memoria en el cuerpo los indicios
de esto que intuyo siempre prematuro ¿duele?
No, no duele.
Esa cantidad de desperdicios sobre los techos.
Quince minutos todavía
no llega la extrañeza
el asombro llueve pasando Chalicán
llueve torrencialmente
y juraría esta noche croa un sapo
acá arriba, adentro.
Carolina Musa, La curva de Ebbinghaus, Baltasara Editora, Rosario, 2016.
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