"Y el puente tiembla y se tambalea bajo nuestros pies, hundiéndose en las aguas turbulentas como si traspasara la tierra hasta el otro lado del mundo, y el extremo opuesto se levanta fuera del agua como si no se tratara del mismo puente y los que salieran del agua por aquel extremo surgieran del fondo de la tierra. Pero seguía siendo una sola pieza: lo sabías por cómo se balanceaba nuestro extremo; no daba la sensación de que se balanceara la otra punta, sino que era como si los árboles y la orilla del otro lado oscilaran lentamente de un lado a otro como en un enorme reloj de pared. Y los troncos arañaban y chocaban contra la parte sumergida y se erguían hasta quedar verticales y salían despedidos fuera del agua y seguían su curso hacia el vado, donde se detenían y se arremolinaban brillantes y resbaladizos, llenos de espuma. (...) El agua estaba fría. Y espesa como nieve fangosa. Pero parecía tener vida. Una parte de tí sabía que no era más que agua, la misma que pasaba por debajo de aquel puente desde hacía tanto tiempo, pero cuando veías cómo salían despedidos de ella aquellos troncos no te sorprendías; era como si formaran parte del agua, de la espera, la amenaza."
William Faulkner, Mientras agonizo, Anagrama, España, marzo 2010.
William Faulkner, Mientras agonizo, Anagrama, España, marzo 2010.
Imagen: nicolás heredia (puente rosario - victoria)