lunes, 9 de noviembre de 2009

bracea - malú urriola



"El agua ha comenzado a entibiarse. La tubería del cielo ha estallado y resplandecen las gotas, cayendo directo contra estos ojos como una infinitud de lágrimas transparentes que se le habrán soltado a algún dios. Yo soy una baldosa blanca y negra y mi madre dice que dios no es uno. Por eso las lágrimas son tantas. Cuando la vida llora se dice lluvia./ Ya llega la noche. No hay estrellas. No."

* * *

"Miramos las estrellas refulgir y apagarse y volver a refulgir, y algo dentro se enciende y se apaga como si fuese besado fugaz por la intermitente luz de un faro./ En mi rocoso corazón se golpean espumosos los recuerdos./ Todo huele a mar. Mi hermana y yo una ola."

* * *

"Ni estos brazos ni estas piernas logran concentrar un movimiento tan simple y monocorde. Por eso dejamos que el agua nos lleve. Flotamos la mayor parte del tiempo./ Nuestro cuerpo es como un corcho abandonado a los requermientos sensibles de las aguas./ Nada tan desconocido, tampoco. La vida en tierra también me hacía flotar como una hoja abandonada a los requerimientos de la vida. Sólo que yo la hallo hermosa. Sé que ocurren cosas implacables. Pero la hallo hermosa./ Cuando le digo al viento que deje de soplar, el viento deja de soplar y el mar se aquieta. Entonces nos quedamos flotando a la deriva. Imaginando que somos la cabeza bicéfala del mar, cuyo cuerpo de agua infinita rebosa lejos de nuestros ojos./ Nada - dice mi hermana./ Y nado".

Malú Urriola, Bracea, Lom Ediciones, Santiago de Chile, 2007.

No hay comentarios:

Publicar un comentario