"El desierto es un modo de ser (...) De día el aire destella. Y están los espejismos. Se ve de tanto querer ver, un oasis de tierra húmeda y fértil, palmeras y agua, sombra, al fin sombra para los ojos que al sol enloquecido se vuelven verde esmeralda" - clarice lispector
martes, 7 de octubre de 2014
INRI - raúl zurita
"Te palpo, te toco, y las yemas de mis dedos,
habituadas a seguir siempre las tuyas, sienten
en la oscuridad que descendemos. Han cortado
todos los puentes y las cordilleras se hunden,
el Pacífico se hunde, y sus restos caen ante
nosotros como caen los restos de nuestro
corazón. Frente a la muerte alguien nos ha
hablado de la resurrección. ¿Significa eso
que tus ojos vaciados verán? ¿Que mis yemas
continuarán palpando las tuyas? Mis dedos
tocan en la oscuridad tus dedos y descienden
como ahora han descendido las cumbres, el
mar, como desciende nuestro amor muerto,
nuestras miradas muertas, como estas palabras
muertas. Como un campo de margaritas que
se doblan te palpo, te toco, y mis manos
buscan en la oscuridad la piel de nieve con
que quizás reviviremos. Pero no, descendidas,
de las cumbres de los Andes sólo quedan las
huellas de estas palabras, de estas páginas
muertas, de un campo largo y muerto de flores
donde las cordilleras como mortajas blancas,
con nosotros debajo y aun abrazados, se hunden."
***
"Te palpo, te toco, y las yemas de mis dedos
buscan en la oscuridad las tuyas porque si yo
te amo y tu me amas tal vez no todo esté
perdido. Las montañas duermen abajo y
quizás las margaritas enciendan el campo de
flores blancas. Un campo donde Los Andes y
el Pacífico abrazados en el fondo de la tierra
muerta despierten y sean como un horizonte
de flores nuestros ojos ciegos emergiendo en
la nueva primavera. ¿Será? ¿será así? Las
margaritas siguen doblándose sobre el mar
difunto, sobre las grandes cumbres difuntas y
en la oscuridad, como dos envanecidas pieles
que se buscan, mis dedos palpan a tientas los
tuyos porque si yo te toco y tu me tocas tal
vez no todo esté perdido y, todavía, podamos
adivinar algo del amor. De todos los amores
muertos que fuimos y de un campo de flores
que crecerá cuando nuestras mortajas blancas,
cuando nuestras mortajas de nieve de todas
las montañas hundidas nos besen boca abajo y
nos vuelvan para arriba las erizadas pestañas."
Raúl Zurita, INRI, Mansalva, Buenos Aires, 2013.
miércoles, 10 de septiembre de 2014
tao te king - lao tse
11. "Treinta radios convergen en un solo centro;
Del agujero del centro depende el uso del carro.
Hacemos una vasija de un trozo de arcilla; es el espacio vacío de su interior el que le da su utilidad. Construimos puertas y ventanas para una habitación; pero son estos espacios vacíos los que la hacen habitable.
Así, mientras que lo tangible tiene ventajas, es lo intangible de donde proviene lo útil."
40. "El movimiento del Tao consiste en el Retorno.
El uso del Tao consiste en la suavidad.
Todas las cosas bajo el cielo han nacido de lo corpóreo.
Lo corpóreo ha nacido de lo Incorpóreo."
43. "La más blanda de todas las cosas supera la más rígida de todas ellas.
Sólo la Nada penetra donde no hay espacio.
por esto conozco las ventajas del No-Hacer.
Pocas cosas bajo el cielo son tan instructivas como las lecciones del Silencio, o tan beneficiosas como los frutos del No-Hacer."
Lao Tse, Tao Te King, Arca de Sabiduría, España, 2012.
miércoles, 14 de mayo de 2014
paris, texas - claudia masin
"Me gustaría contarte lo que veo, hablarte
de los hoteles abandonados apareciendo de la nada
en el medio de la carretera como castillos solitarios
cuyos puentes levadizos hubieran sido
dinamitados hace tiempo. Me gustaría
contarte lo que veo pero es imposible
hallar un dolor que condescienda
a ser narrado. ¿Vale la pena entonces,
emprender tan largo viaje para ir de un extremo
a otro del silencio? También es imposible
callar por completo: sé que terminaré por llamarte,
como se llama a alguien cuando se está a oscuras,
sin el auxilio de la voz, un estremecimiento
semejante al de las luciérnagas
que al chocar contra un parabrisas en la ruta,
se deshacen esparciendo una nube pequeña
de polvo y luz, y ésa -quizás- es su idea
de un encuentro."
Claudia Masin, La vista, Visor Libros, Madrid, 2002.
domingo, 4 de mayo de 2014
la quinta estación - pascal quignard
"Es la única cosa que entonces es de estación. Es la caricia de ese cuerpo; y el murmullo que yo extraigo de él no proviene de la lengua sino de la pre-estación. (...) Ese lugar tan fino y tan preciso que sorprende el placer repentino y que lo arranca en nosotros bajo la forma de un pequeño estertor, no es más que el fruto del deseo de otro ser que desea. Es la razón por la que la desnudez no puede ser exhibida, sino capturada. Corresponde al amante despejar ese espacio ínfimo que no existe en el cuerpo del que ama. Es una lengua de arena, desconocida del otro lado desconocido del mar. Es un extremo de piel inubicable que es la dulzura misma y ese dios es un dios sin imagen. (...) Es el centímetro cuadrado de piel del placer. Es una estación más corta que un verano escandinavo. Pero es sin duda un verano."
Pascal Quignard, Albucius, Cuenco de Plata, Bs. As., 2010.
miércoles, 2 de abril de 2014
intimidad - hanif kureishi
"Ojalá pudiera sentarme satisfecho en mitad de mi vida, tal como parecen hacer los niños, sin estar constantemente preocupado por el estado de las cosas, por mañana, la semana que viene, el año próximo. Pero desde que tenía catorce años, cuando conspiraba contra mis padres, sin darme a la fuga como pretendía, sino esperando el momento adecuado y preparándome, sabiendo que algún día estaría preparado, desde entonces he tenido la necesidad de ver el futuro como una meta. Siempre he necesitado que cada día suceda algo que evidencie algún tipo de progreso o acumulación. No soporto que las cosas se ralenticen, que no haya suficiente intensidad. Pero ahora recibiría con agrado un periodo de sosiego. Tengo la esperanza de que con el tiempo llegue ese momento."
Hanif Kureishi, Intimidad, Anagrama, Bs. As., agosto 2013.
martes, 13 de agosto de 2013
la nieta del sr. linh II - philippe claudel
"Son dos abigarradas y bulliciosas corrientes que se mezclan y de vez en cuando se agitan formando grandes remolinos, parecidos a los que durante la estación de las lluvias agitan el río de los Dolores, cuyas aguas pasan no muy lejos de la aldea.
El río recibe ese nombre porque, según la leyenda, una mujer perdió en él a sus siete hijos el mismo día, cuando intentaba bañarlos. Desde entonces, si se escucha con atención cerca de la orilla, algunas noches puede oírse el llanto de la madre saliendo del río, al que acabó arrojándose, desesperada por la muerte de sus pequeños.
Pero sólo es una leyenda que se murmura por la noche junto al fuego para asustar a los niños e impedir que se ahoguen, porque es un río realmente hermoso, abundante en peces y de aguas límpidas en las que apetece bañarse. En su corriente se cogen gambas de agua dulce y pequeños cangrejos que luego se asan a la brasa. Los hombres hacen beber en él a los búfalos. Las mujeres lavan la ropa en sus aguas, y también sus largas cabelleras, que flotan como algas de seda negra. El bambú crece en sus orillas, a la espera de ser cortado y puesto a secar. El río tiene el color de los árboles que se reflejan en él y hunden las raíces bajo su lecho absorbiendo su frescura. Pájaros verdes y amarillos vuelan al ras del agua como flechas de luz inaprensibles, casi soñadas.
El Sr. Linh abre los ojos. Algún día tiene que contarle a Sang Diu todo eso, hablarle del río, de la aldea, del bosque, de la fuerza de su padre y la sonrisa de su madre."
Philippe Claudel, Op. Cit.
miércoles, 24 de julio de 2013
entre cielo y tierra - jón kalman stefánsson
"El que muere se transforma al instante en pasado. (...) y la vida desaparece en una fracción de segundo y la persona se transforma en pasado. Todo lo relacionado con ella se convierte en recuerdos que te esfuerzas en conservar, pues olvidar es traición. Olvidar cómo bebía café. Cómo reía. Cómo levantaba los ojos. Y sin embargo, olvidas. La vida lo exige. Olvidas despacio, sin prisa, y puede llegar a doler tanto que desgarra el corazón."
Jón Kalman Stefánsson, Entre cielo y tierra, Salamandra, España, septiembre 2011.
domingo, 7 de julio de 2013
la nieta del sr. linh - philippe claudel
"Nada le resulta familiar. Es como si hubiera venido al mundo por segunda vez. Pasan coches que nunca ha visto, en un número incalculable, como un fluido y ordenado ballet. En las aceras, los hombres y las mujeres andan muy deprisa, como si les fuera la vida en ello. Nadie lleva harapos. Nadie pide. Nadie mira a nadie. (...) Mirar todo eso le da vértigo. Recuerda su aldea como se recuerda algo que se ha soñado sin saber a ciencia cierta si era un sueño o una realidad desaparecida.
La aldea no tenía más que una calle. Sólo una, y de tierra batida. Cuando caía la lluvia, violenta y perpendicular, la calle se convertía en un impetuoso torrente en el que los niños correteaban desnudos. Cuando estaba seca, los cerdos dormían y se revolcaban en el polvo, y los perros se perseguían ladrando. En la aldea se conocía todo le mundo, y todo el mundo se saludaba. En total eran doce familias, y cada una se sabía la historia de las demás, los nombres de los primos, los abuelos, los antepasados, y estaba al corriente de los bienes que poseían unos y otros. El pueblo, en suma, era como una gran y única familia distribuida en casas erigidas sobre postes, entre los que gallinas y patos picoteaban el suelo y cacareaban. El anciano repara en que, cuando habla de la aldea consigo mismo, lo hace en pasado. Y siente una punzada en el corazón."
Philippe Claudel, La nieta del Sr. Linh, Letras de bolsillo, Madrid, 2010.
domingo, 7 de octubre de 2012
kléber chrome - georges perec
"Qué son las las manzanas? Por qué las manzanas? Con qué derecho el manzano? Sabemos que, la mayor parte del tiempo, el manzano está seguro de su legitimidad, y que es inútil, sino peligroso, plantearse preguntas sobre la validez, la pertinencia de su existencia y de su función. Pero, finalmente, tarde o temprano, llega un momento en que lo que comúnmente se denomina evidencia deja de cumplir su papel, en que no basta con caminar para probar el movimiento, con respirar para vivir. A partir de entonces, todo se vuelve pregunta, pero pregunta sin respuesta; apenas formulada, la interrogación parece no tener otro efecto que la destrucción: buscando la verdad, la prueba, el que cuestiona sólo encuentra la duda. (...) sólo la muerte, al fin y al cabo, parecerá constituir ese límite exigido a partir del cual la vida volverá a encontrar su carácter de evidencia.
El libro es la huella de esa búsqueda infructuosa bajo la cual aparece ese filigrana de la escritura que busca su verdad: un juego cuyas reglas son muy simples, pero cuya partida es la de las más desesperadamente complicadas."
Georges Perec, Nací, Eterna Cadencia, Bs. As., agosto 2012.
domingo, 23 de septiembre de 2012
la pared - irene gruss
I
"Le hablo a la pared.
Hay quien escribe poemas
en un muro y luego se despide, tira
la carbonilla a un lado.
Lo mío es hablarle siempre a la pared,
antes de que la derrumbe un fuego
o el tiempo simple.
Ah, ilusa,
empecinada en atender lo que calla,
lo que dice.
IV
Corres hacia la orilla,
lo que pensabas o tan simplemente veías
como mar
no era.
"El mar es una pared",
dices.
IX
Te quiero -digo
a la pared.
XII
A decir verdad,
la pared no deja pasar nada.
Es por eso que se pinta a la cal,
resguarda el No: la impenetrabilidad pone a prueba
también la lluvia como duda: "Eres así,
materia leve?"
XVI
Cabeza muerta la pared,
echo cal viva sobre esa cabeza
adiós adiós el pensamiento o la flor
allí enredada, la hojita
que titila y se aferra al viento.
No digas más. No digas Nada."
Irene Gruss, La pared, Nudista, Córdoba, 2011.
"Le hablo a la pared.
Hay quien escribe poemas
en un muro y luego se despide, tira
la carbonilla a un lado.
Lo mío es hablarle siempre a la pared,
antes de que la derrumbe un fuego
o el tiempo simple.
Ah, ilusa,
empecinada en atender lo que calla,
lo que dice.
IV
Corres hacia la orilla,
lo que pensabas o tan simplemente veías
como mar
no era.
"El mar es una pared",
dices.
IX
Te quiero -digo
a la pared.
XII
A decir verdad,
la pared no deja pasar nada.
Es por eso que se pinta a la cal,
resguarda el No: la impenetrabilidad pone a prueba
también la lluvia como duda: "Eres así,
materia leve?"
XVI
Cabeza muerta la pared,
echo cal viva sobre esa cabeza
adiós adiós el pensamiento o la flor
allí enredada, la hojita
que titila y se aferra al viento.
No digas más. No digas Nada."
Irene Gruss, La pared, Nudista, Córdoba, 2011.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
se viene el festival de poesía...
en sus 20 años, el festival homenajea a la fabulosa beatriz vallejos.
desde el jueves 20 al sábado 22 de septiembre, en el parque de españa, centro cultural bernardino rivadavia y otros espacios de la ciudad, aquí el programa completo. a disfrutar.
http://www.fipr.com.ar/programacion.html
lunes, 17 de septiembre de 2012
la lluvia de verano - marguerite duras
"Qué hacía la madre en ese tren, lo había olvidado. Pero a ese amor no todavía, había dicho, no del todo todavía, hasta su muerte, no por completo, decía, aquella quemadura en el corazón la tendría cada vez que alcanzara ese recuerdo, porque la tenía ahí, en el cuerpo.
La madre estaba ya en el tren cuando aquel hombre subió. Se habían amado lo que duró el viaje. Ella tenía diecisiete años. Era entonces tan hermosa como Jeanne, decía. Se habían dicho que se amaban. Habían llorado juntos. Él la había recostado en su abrigo. El compartimento había permanecido vacío, ningún pasajero había entrado. Sus cuerpos no se separaron en toda la noche.
La madre había hablado de aquel viaje al volver de los bares de Vitry. Durtante meses, más aún, durante años, esperó volver a encontrar a ese hombre del tren. Pensaba todavía en esa espera como algo que formaba parte de la felicidad que había conocido con él. Aquella noche se había instalado como algo resplandeciente, inigualable en su vida. Ese amor había sido tan fuerte que todavía la hacía estremecer aquella noche, en Vitry."
Marguerite Duras, La lluvia de verano, Cuenco de Plata, Bs.As., 2012.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
vestigio - denise levertov
"Mi amistad con uno, dos, sí, tres
hombres por los que sentí
una vez un deseo desenfrenado, hiriente,
aún conserva, tras tantas transformaciones,
restos de aquella fragancia,
como en un cofre donde cierta vez
se guardaron las hojas de una hierba exótica,
una hierba de propiedades variadas, curativas y peligrosas,
ahora extinguida".
denise levertov, op. cit.
martes, 11 de septiembre de 2012
qué heraldo? - denise levertov
"Un brillo gris
avanza sobre
la serenidad oscura
del agua.
Una barca viene
lenta hacia
mí, pero quién
rema y qué
trae no logro
distinguir".
Denise Levertov, op. cit.
avanza sobre
la serenidad oscura
del agua.
Una barca viene
lenta hacia
mí, pero quién
rema y qué
trae no logro
distinguir".
Denise Levertov, op. cit.
viernes, 25 de mayo de 2012
la revolución es un sueño eterno - andrés rivera
"Qué juramos Saavedra, Belgrano, yo, Paso y Moreno, Moreno, allá, el último de la fila viboreante de hombres arrodillados en el piso de ladrillos de la sala capitular del Cabildo, la mano de Moreno, pequeña, pálida, de niño, sobre el hombro de Paso, la cara lunar, blanca, fosforescente, caída sobre el pecho, las pistolas cargadas en los bolsillos de su chaqueta, inmóvil como un ídolo, lejos de la luz de velones y candiles, lejos del crucifijo y los Santos Evangelios que reposaban sobre el sitial guarnecido por un mantel blanco y espeso? Qué juró Moreno, allí, el último en la fila viboreante de hombres arrodillados, Moreno, que estuvo, frío e indomable, detrás de French y Berutti, y los llevó, insomnes, con su voz suave, apenas un silbido filoso y continuo, a un mundo de sueño, y French y Berutti, que ya no descenderían de ese mundo de sueño, armaron a los que, apostados frente al Cabildo, esperaron como nosotros, los arrodillados, el contragolpe monárquico para aplastarlo o morir en el entrevero?
Que juramos allí, en el Cabildo, de rodillas, ese día oscuro y otoñal de mayo? Qué juró Saavedra? Qué Belgrano, mi primo? Y qué el doctor Moreno, que me dijo rezo a Dios para que a ustred, Castelli, y a mí, la muerte nos sorprenda jóvenes?
Juré, yo, morir joven? Y a quién juré morir joven? Y por qué?"
Andrés Rivera, La revolución es un sueño eterno, Alfaguara, Bs. As., mayo 2004. Esta novela obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1992, una de las más grandes novelas argentinas.
imagen: juan josé castelli
viernes, 18 de mayo de 2012
los enamorados II - alfred hayes
leer las novelas de alfred hayes es como mirar un cuadro de edward hopper; es sumergirse, hipnotizados, en un mundo íntimo y silencioso como esas cuevas oscuras que se forman bajo la superficie de la tierra: por un lado, el temor a entrar en ellas, por el otro, el deseo irresistible de hacerlo; es entrar en un mundo profundo y también doloroso, hecho de soledad y desencuentros. es la intimidad misma.
"Más allá había agua, sólo agua, oscura bajo un cielo oscuro, un cielo sin ninguna estrella, bajo el que la niebla cruzaba la arena. Ella se quedó sentada frente a la ventana; contemplaba la oscuridad como si al mirarla y quedarse callada un rato pudiera apropiarse de aquella ingravidez y aquel silencio húmedo, triste pero no desagradable, y apropiárselo hasta compenetrarse con él, con su lejanía, con su constante mutismo. Apagué las lámparas que el botones había encendido, para que la oscuridad de la habitación saliera al encuentro de la oscuridad del mar, y la dejé junto a la ventana mientras iba al baño a ordenar mi afeitadora, mi cepillo de dientes, y a comprobar si el agua de la ducha salía caliente. Me duché y, cuando salí del baño, ella seguía sentada junto a la ventana, con la vista en el punto donde el agua y el cielo y la oscuridad se fundían. Fui hasta la ventana y la besé."
Alfred Hayes, op. cit.
"Más allá había agua, sólo agua, oscura bajo un cielo oscuro, un cielo sin ninguna estrella, bajo el que la niebla cruzaba la arena. Ella se quedó sentada frente a la ventana; contemplaba la oscuridad como si al mirarla y quedarse callada un rato pudiera apropiarse de aquella ingravidez y aquel silencio húmedo, triste pero no desagradable, y apropiárselo hasta compenetrarse con él, con su lejanía, con su constante mutismo. Apagué las lámparas que el botones había encendido, para que la oscuridad de la habitación saliera al encuentro de la oscuridad del mar, y la dejé junto a la ventana mientras iba al baño a ordenar mi afeitadora, mi cepillo de dientes, y a comprobar si el agua de la ducha salía caliente. Me duché y, cuando salí del baño, ella seguía sentada junto a la ventana, con la vista en el punto donde el agua y el cielo y la oscuridad se fundían. Fui hasta la ventana y la besé."
Alfred Hayes, op. cit.
Imagen: edward hopper
domingo, 13 de mayo de 2012
los enamorados - alfred hayes
"Lo único que sabía era que, al irse, se había llevado algo que me mantenía entero, una imagen necesaria de mí mismo, algo sin lo cual corría peligro de desplomarme; y fuera lo que fuera, vanidad indispensable, idea irremplazable de mi propia vulnerabilidad, se había ido y solo ella podía devolvérmelo, o eso creía. Porque sin eso me sentía empobrecido, vaciado, misteriosamente herido; entre el mundo y yo no quedaba nada. Y ahora más que nunca, mientras pasaban las semanas, parecía haberla perdido para siempre. Mi cobardía, mi renuencia a dejarme ver, mi ironía perpetua, en dos palabras yo mismo, tal como los años me habían formado, la había perdido. Qué intolerable me resultaba ahora el peso de mi propio ser. Qué castigo tan sutil había ideado la vida. Me sentía como si mi dolor me hubiera arrinconado en una habitación y yo estuviera solo con él, un animal inevitable. Era una experiencia aterradora encontrarse indefenso, y haber quedado indefenso a causa de aquello contra lo que uno no tenía ninguna defensa. Pero cuando sufrimos lo suficiente terminamos por creer que siempre sufrimos, y que nunca fue de otra manera, y al final logramos una especie de simulacro de salud. La simplicidad de la repetición hace que el sufrimiento que se soporta durante mucho tiempo al final parezca menos intenso; por más lisiados que estemos, aprendemos a movernos bastante bien, y un extraño apenas notaría las secuerlas que dejó la enfermedad."
Alfred Hayes, Los enamorados, La Bestia Equilátera, Buenos Aires, agosto 2011.
viernes, 11 de mayo de 2012
memorias de una viuda II - joyce carol oates
"Como una persona desesperada en un velero, un pequeño velero que se debate en un mar embravecido, después de que el patrón haya muerto arrastrado por las olas, ahogado, y la acompañante que ha quedado atrás tiene que intentar evitar que se hunda el barco... Es ridículo pensar en completar el viaje cuando a lo máximo que se puede aspirar es a mantenerse a flote."
Joyce Carol Oates, op. cit. .
sábado, 5 de mayo de 2012
poema de tom maver
y llego a mi casa siempre después de mí
como a un lugar donde no queda nadie.
Tropiezo con cosas que ya no están,
por todas partes choco con la distancia que se abre
entre nosotros, con armarios que quedaron cerrados.
Los ecos de las charlas que todavía recuerdo
son sobre viajes que se llevan a los que hablan
y peparativos que hace uno solo.
Apenas te fuiste, borré cada huella tuya
para no ver adonde iría la siguiente.
Fuí, uno por uno, deshaciendo todos tus abandonos
hasta desorientarme y no tener cómo seguirte.
Pero ahora resulta que cuando piso
donde alguna vez borré los rastros de tu partida
vuelvo a tropezar con algo que quedó de vos
y que se sigue yendo de donde ya no estás.
Tom Maver, Yo, la incesante nieve, Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2009. tomado del blog de sandra todo "el placard". gracias, sandra y tom!.
imagen: cruce de caminos by hundterwasser
viernes, 4 de mayo de 2012
en tierras bajas - herta müller
"Las mariposas alzan el vuelo desde las vides y bailan por encima del patio.
Cazamos mariposas de la col con venas quebradizas en las alas. Esperamos oír sus gritos cuando las atravesamos con un alfiler, pero no tienen huesos en el cuerpo, son livianas y sólo pueden volar, y eso no basta cuando es verano en todas partes.
Aletean en el alfiler hasta que mueren.
En dialecto suaba se llama "carroña", Luder, al cadáver de un animal. Una mariposa no puede ser carroña. Se consume sin podrirse.
Moscas en la jofaina, ruido loco y ahogado de ventiladores en el cubo de leche agria. Moscas sobre la superficie gris del agua jabonosa en la jofaina. Ojos hinchados, lengüeta estirada que pincha el agua, patitas finísimas que se agitan rabiosamente.
Pronto llega el último temblor y el bicho se queda en la superficie, cada vez más liviano de pura muerte.
Por cada mariposa se me pegan dos gotas de sangre bajo las uñas de los dedos. La cabeza cercenada de la mosca cae de mi mano al suelo como semilla de mala hierba.
El abuelo nos dejaba jugar.
Sólo hay que dejar vivir a las golondrinas, son animales útiles, decía. Y usaba la palabra "dañino" para las mariposas de col, y "carroña" para los innumerables perros muertos.
Las orugas, que en realidad son mariposas, salen de sus crisálidas. Crisálidas pegadas a las estacas de las vides; algodón ciego.
Y de dónde llegó la primera mariposa, abuelo?"
Herta Müller, En tierras bajas, Punto de lectura, Bs. As., 2010.
Imagen: rébecca dautremer
Imagen: rébecca dautremer
Suscribirse a:
Entradas (Atom)