"Se aproxima el crepúsculo; la luz abandona el día. Parece como si una tormenta hubiera soplado e inclinado las palmeras. (...) Ella remoja tablas rotas del techo con el aceite de lámpara y enciende el fósforo. Hay un resplandor. El humo asciende. Las ramas rotas crujen en el calor; la corteza se convierte en ceniza blanca".
Claire Keegan, Antártida, Eterna Cadencia, Bs. As., noviembre 2009.
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