"Este es el año para ordenar,
para tirar, devolver,
cribar los montones, los cúmulos de objetos,
los ventisqueros, dunas, sedimentos,
o, de forma menos poética, las estanterías, baúles,
armarios, cajas, las esquinas
del sótano, los rincones y armarios
-los trastos, en una palabra-,
que se han colado aquí, atesorados,
se han arremolinado alrededor, depositados
por olas invisibles.
Por ejemplo: dos abultadas filas
de tarros de cristal para la mermelada
de aquellos veranos
volatilizados; una austera pila
de bolsas de plástico; un paraguas partido, de color granate,
tan apreciado cuando estaba nuevo;
una caja de bombones con pintura de cera
guardadas para niños fantasma;
zapatos con marcas mugrientas
de dedos que un día me pertenecieron.
Fotos de chicos cuyos nombres se han perdido
(posando airosos frente a coches
cromados), muchos de ellos
están ahora muertos, otros son viejos
-objetos sucios y desgastados-, se mezclan
-digamos-como este bol de
guijarros misceláneos reunidos,
una y otra vez, en playas hoy
erosionadas o perdidas, pero los exhumamos,
manoseando su belleza,
y los guardamos en el bolsillo como recuerdos puros
de un día que en otro tiempo fue imborrable."
Margaret Atwood, La puerta, Bruguera, Barcelona, enero 2009.
para tirar, devolver,
cribar los montones, los cúmulos de objetos,
los ventisqueros, dunas, sedimentos,
o, de forma menos poética, las estanterías, baúles,
armarios, cajas, las esquinas
del sótano, los rincones y armarios
-los trastos, en una palabra-,
que se han colado aquí, atesorados,
se han arremolinado alrededor, depositados
por olas invisibles.
Por ejemplo: dos abultadas filas
de tarros de cristal para la mermelada
de aquellos veranos
volatilizados; una austera pila
de bolsas de plástico; un paraguas partido, de color granate,
tan apreciado cuando estaba nuevo;
una caja de bombones con pintura de cera
guardadas para niños fantasma;
zapatos con marcas mugrientas
de dedos que un día me pertenecieron.
Fotos de chicos cuyos nombres se han perdido
(posando airosos frente a coches
cromados), muchos de ellos
están ahora muertos, otros son viejos
-objetos sucios y desgastados-, se mezclan
-digamos-como este bol de
guijarros misceláneos reunidos,
una y otra vez, en playas hoy
erosionadas o perdidas, pero los exhumamos,
manoseando su belleza,
y los guardamos en el bolsillo como recuerdos puros
de un día que en otro tiempo fue imborrable."
Margaret Atwood, La puerta, Bruguera, Barcelona, enero 2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario